EDITORIAL
Nuestro
país atraviesa por una de las más terribles crisis de las que se tenga
memoria, producto de la política neoliberal puesta en marcha desde hace
tres décadas por la burguesía criolla y la oligarquía financiera quienes
han puesto en marcha toda la maquinaria del estado para imponer la más
feroz de sus dictaduras sobre los trabajadores: el fascismo.
Como
muestra de ello, las llamadas “reformas estructurales” aprobadas por el
Congreso de la Unión en comunión con el Gobierno Federal, los gobiernos
estatales y los distintos partidos de la burguesía, buscan redoblar las
cadenas sobre el cuello de la clase trabajadora, para descargar todo el
peso de la crisis sobre nuestras espaldas. De esta manera, la reforma
laboral, educativa, fiscal, energética, así como las que están en
puerta, representan el escenario idílico para los explotadores, pintando
el bosquejo de un México donde la legalidad y los derechos políticos
queden totalmente restringidos para las masas populares en general y por
el otro lado, se abra una nueva época de bonanza para quienes viven a
costa de nuestro trabajo.