Iniciamos el año 2015 en medio de la agudización de las contradicciones y los combates de clase que por todo el territorio nacional se han venido extendiendo como reguero de pólvora ante las políticas antiobreras y antipopulares del régimen, que busca por todos los medios posibles hacer legal lo ilegal y perpetuo lo que ya está en absoluta decadencia.
Las once reformas estructurales del régimen, caracterizadas todas por su contenido rapaz y de clase capitalista contra el pueblo trabajador, han henchido la ira y el odio de clase albergados en los hogares de los trabajadores de la ciudad y el campo, puesto que la ruina económica en que nos encontramos sumergidos pareciera no tener fin, así como la ambición y la sed de maximización de ganancias de la oligarquía criolla y extranjera, al igual que de la burguesía burocrática y compradora, entregadas por completo a esta visión cada vez más compacta y beligerante del capitalismo imperialista, cuya lógica es simple: expandirse más allá de su propio pellejo, aunque tengan que desollar a los trabajadores y sus familias.
De ello dan cuenta los terribles hechos ocurridos hace ya cuatro meses en Iguala, Guerrero, los días 26 y 27 de Septiembre de 2013, cuando elementos de las policías municipales de Iguala y Cocula, agredieron, asesinaron y secuestraron, en colusión con elementos del Ejército Mexicano, Policía Federal y presuntamente el grupo delincuencial "Guerreros Unidos" a los estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa, dejando un saldo de varios heridos, seis muertos y 43 jóvenes estudiantes desaparecidos, de los cuales únicamente se han "hallado" los restos sin vida del estudiante Alexander Mora Venancio, del cual según las declaraciones del Equipo Argentino de Antropología Forense, los padres y amigos de los estudiantes, "pudieron haber sido sembrados por las autoridades mexicanas" toda vez que el personal forense acreditado, los familiares y amigos de la víctima no estuvieron presentes durante el hallazgo.