A la base
trabajadora de la Sección XXVIII del SNTSS
Al público
derechohabiente
Al pueblo
trabajador
La puesta en marcha de las llamadas “reformas estructurales” del régimen,
tan añoradas por la burguesía y sus partidos políticos desde hace más de 30
años, representan en sí para la clase proletaria y los trabajadores de la
ciudad y el campo un retroceso histórico, que no solamente tiende a desmantelar
nuestras históricas conquistas, producto de nuestra lucha consiente y
organizada, sino fundamentalmente a reducir el nivel de vida de los
trabajadores y nuestras familias, precarizando por completo nuestras
condiciones de trabajo y pauperizando hasta el mínimo absoluto nuestro salario.
Las reformas laboral, educativa, de
telecomunicaciones, político-electoral y energética, sobresalen de entre las 11
reformas aprobadas por el régimen durante estos apenas dos años de gobierno del fascista Enrique Peña Nieto,
que no es más que el continuador de la política sanguinolenta del viejo PRI al
servicio de los grandes monopolios y los círculos más reaccionarios de la
oligarquía financiera, criolla y extranjera. En esa tesitura, la mal llamada “reforma universal de salud” que vienen
pregonando con bombo y platillo la burguesía y sus lacayos, viene a completar
la estocada neoliberal contra la clase trabajadora y los pueblos de México, al
desmantelar la Seguridad Social y su carácter Solidario, reflejada en el
artículo 4° Constitucional y las Leyes Orgánicas (ya reformadas y deformadas de
por sí) del IMSS e ISSSTE, con la clara intención de sepultar a ambas
instituciones junto con aquellas de carácter paraestatal como Hospital PEMEX e
ISSFAM para, efectivamente, “universalizar”
el mal llamado “Seguro Popular” (que
no es seguro ni es popular) y su reducido cuadro de atención con cobertura
médica, para poder subrogar los servicios médicos en beneficio de las grandes
compañías clínicas y farmacéuticas, privatizando de facto el Derecho a la Salud
y haciendo de este un privilegio para unos cuantos.